DESDE UN ANTES Y UN DESPUES

Nací sin saber por qué. He vivido sin saber cómo. Y muero sin saber cómo ni por qué.
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DESDE UN ANTES Y UN DESPUES
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Para ver un lunar en nuestra cara es necesario mirarnos a un espejo, de otro modo no sabriamos que existe.
Cualquier espejo es una posibilidad de aceptar, de ver más allá de lo obvio, de ver profundamente.

domingo, 2 de agosto de 2009

A veces tenemos tanto que aprender



A veces tenemos tanto que aprender de aquellos que nos han dañado, tanto que aprender de aquellos que consideramos nuestros enemigos y en verdad no lo son, a veces tenemos tanto para decirles y que terrible sería no hacerlo.


Por eso valoremos a aquellos que se exponen, que se hacen cargo de su actitud, de aquellos que ponen lo que tiene que poner y piden perdón cuando se equivocan, con aquellos que se prestan para escuchar lo que tenemos que decirles hoy, en una sociedad donde es más fácil esquivar la responsabilidad, donde es más fácil evitar la historia, donde es más fácil echarle la culpa al de afuera desligándose de todo. Ante estas personas lo que uno tiene que sentir es gratitud.


Tenemos que construir un presente liberándonos del pasado, de aquello que en una situación dada nos hizo daño y para esto hay que saltar algunos obstáculos que la vida nos depara.

Se trata de aprender que esos obstáculos no se pasan si antes no se produce un aprendizaje. Las cosas que nos suceden están en nuestra vida para que aprendamos de ellas porque sino aprendemos se volverán a repetir.


Los obstáculos que no se superan producen enfados, molestias y disgustos que se estacan en nosotros y no nos permiten continuar de una manera sana con nuestra vida.

Cuando hablamos de un duelo, hablamos de la sensación de pérdida de algo o de alguien en nuestra vida, pero existen diferencias entre el dolor y el sufrimiento:

Porque el dolor es el tránsito por un espacio que me genera una sensación de estar herido por dentro. Y, el sufrimiento es quedarse a vivir en ese lugar de dolor y no poder salir de el.

El dolor en si es saludable si consideramos que nos permite ver que algo dentro de nosotros nos está causando daño, es una llamada de atención a la que tendremos que ir para poder sanar.

La protesta difiere de lo que es la queja. Siempre es saludable hablar sobre aquello que no nos gusta, quejarse es instalarse de manera contínua en una protesta.

Poner límites difiere del hecho de aislarse. Poner límites a alguien y decirle; "hasta aqui llegaste porque no me gusta lo que haces" difiere del hecho de aislarme de todo y de todos porque no puedo o no se poner límites para que no me sigan lastimando.


La protesta como manifestación de desagrado difiere del enfado.

Entonces, habrá que aprender a ponerle palabras a ese enfado y decir, por ejemplo: “Esto no me gusta” porque si no lo hago seguramente ese enfado contenido se transformará en permanente disgusto.

Decía Aristóteles: “Enfadarse es fácil, pero enfadarse en la magnitud adecuada, con la persona adecuada, en el momento adecuado eso es cosa de sabios”.


Muchas veces la permanente protesta contendida me lleva al enfado y ese enfado me genera angustia y cuesta llevarlo. Y esto sucede porque en muchas ocasiones sentimos temor de decir lo que nos pasa por miedo a que nos dejen de querer, de que nos dejen de aceptar, de que el otro sea quien se enfade con nosotros. Muchas veces nos guardamos dentro lo que queremos decir porque pensamos que si lo decimos tal vez lastimemos al otro, cuando en verdad a quien nos lastimamos es a nosotras/nosotros mismos.

A veces preferimos transitar el camino de enfadarnos en silencio en vez de hablar o explicar lo que sentimos, o bien aislarnos cuando en realidad asi estamos pagando un precio que no queremos ni debemos pagar.


Cuando el enfado se instala, el enfado guardado comienza a doler y nos conduce al rencor, y del rencor pasamos al resentimiento el cual no tiene salida porque es como quedarse atrapada en una situación de la que cuesta mucho poder salir.

Muchas veces guardamos resentimiento contra alguien que ya no está presente en nuestra vida y nuestro problema no está fuera, está dentro de nosotros, con todo aquello que el otro dejó instalado dentro de mi, llamémosle, palabras hirientes, actitudes que no podemos olvidar y la falta de todo aquello que necesitábamos de esa persona.

Lo importante entonces no es su ausencia sino la presencia en mi vida de todo lo que me faltó del otro, de aquello que la otra persona no pudo o no quiso darme.

El perdón se construye, se aprende, uno aprende a perdonar, no nace solo, se construye en el día a día hasta que llegue un punto en que no nos haga falta que venga el otro a pedirnos perdón, simplemente se perdona construyendo nuestra propia capacidad de perdonar, porque perdonar es liberador para quien perdona no para quien recibe nuestro perdón.

Habrá entonces que sacar todo fuera de nosotros, para que dentro nazcan cosas nuevas, como la confianza, el amor, la compasión que me va a conducir al perdón para librarme de todo aquello que me daña y poder seguir adelante.


"He dejado de ser para encontrarme, buscando detrás de lo que otros esperan de mi".

"He dejado de ser para buscarme, por debajo de lo que otros dicen que soy".

"He dejado de ser y me he encontrado, olvidando temores cara a cara conmigo, transparente y desnuda".

"He dejado de ser para brindarme sin pretensiones, ni competencias, sin miedos, ni apuros ni exigencias, para compartir y entregarte esto que soy, sin que importe ya más lo que he sido."

DESDE UN ANTES Y UN DESPUES

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