DESDE UN ANTES Y UN DESPUES

Nací sin saber por qué. He vivido sin saber cómo. Y muero sin saber cómo ni por qué.
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DESDE UN ANTES Y UN DESPUES
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Para ver un lunar en nuestra cara es necesario mirarnos a un espejo, de otro modo no sabriamos que existe.
Cualquier espejo es una posibilidad de aceptar, de ver más allá de lo obvio, de ver profundamente.

martes, 8 de mayo de 2012

“No hay más muerte que la ausencia de amor”




La ternura encuentra un espacio para desarrollar su extraordinario valor en los momentos de sufrimiento, triste­za, abatimiento, dolor, desesperación, desgracia o adversidad. La mano que acaricia o acompaña, la presencia firme y soli­daría ante la injusticia, la llamada o el mensaje en el que pocas palabras se convierten en un cimiento, son actos elocuentes de ternura.
Expresar el afecto, saber escuchar, hacerse cargo de las preocupaciones y problemas del otro, comprender, saber aca­riciar, saber cultivar el detalle, acompañar, estar física y aní­micamente en el momento adecuado, son actos de entrega generosa y espontánea, cargados de valor y significado, crea­dores de los grandes momentos de la Vida. 
Y es que, en el amor no hay nada pequeño.
Esperar las grandes ocasiones para expre­sar la ternura nos lleva a perder las mejores oportunidades que nos brinda lo cotidiano para hacerles saber a los que amamos cuan importantes es para nosotros su existencia, su presencia, su compañía. Es en el pequeño gesto cargado de sentido, donde se manifiesta la ternura.  El amor todo lo puede, y si cabe más aún a través de la ternura.

DESDE UN ANTES Y UN DESPUÉS