DESDE UN ANTES Y UN DESPUES

Nací sin saber por qué. He vivido sin saber cómo. Y muero sin saber cómo ni por qué.
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DESDE UN ANTES Y UN DESPUES
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Para ver un lunar en nuestra cara es necesario mirarnos a un espejo, de otro modo no sabriamos que existe.
Cualquier espejo es una posibilidad de aceptar, de ver más allá de lo obvio, de ver profundamente.

sábado, 9 de mayo de 2009

SOLEDADES


Hay soledades buscadas y otras provocadas.

Momentos en la vida más cortos o más largos en los que elegimos estar solos.


Decisiones importantísimas para las que necesitamos imperiosamente la calma y la lucidez que aclaren nuestro juicio y nos permitan escoger la mejor opción y, aún en el caso en que comprobemos que hemos equivocado el camino, saber que la equivocación será sólo nuestra y no hay porque tener la tristeza extra de haber metido la pata por consejo ajeno.


Hay momentos íntimos y absolutamente individuales en que la alegría, el llanto,el júbilo, la amargura, la euforia o la depresión tienen que ser sólo nuestros.


Hay también momentos extraordinarios en los que una paz nos protege del caos y la confusión, y ahí estamos solos, sin pena ni añoranza.


Es el mágico momento en el que uno decide entrar a ver esa película que ningún familiar, amigo o conocido quiere compartir porque es un bajón, porque es muy larga, porque es muy estúpida, porque no les interesa, porque es solo nuestro.


Existen esos momentos en los que "el alma se serena" y la meditación de muchos o de determinados momentos, nos piden paso. Son momentos en los que la vida nos enfrenta con problemas muchos más complejos. Momentos en los que la soledad ayuda y elimina la confusión de oír veinte campanas y ningún sonido.


¡Bendita soledad aquella que elegimos!

¡Maravillosa quietud para evaluar, sopesar, elegir y reflexionar!

Anoche al llegar a casa después de una velada compartida con dos seres muy queridos, se me planteo esta reflexión.


Y, al mismo tiempo, "triste" y "dura" soledad, en cambio, aquella que nos priva de seres queridos que se nos van y nos dejan sin referencia, sin códigos comunes, sin complicidades de vida, sin recuerdos compartidos, sin secretos de nuestra existencia que sólo ellos conocen y valoran.


Y dura soledad, de cosecha amarga la que les toca a aquellos que no han sabido cultivar la amistad y el amor y, llevados por la arrogancia, el orgullo, el mal genio y el egoísmo, han sembrado vientos y soportan las tempestades de la peor soledad y el peor vacío.


Pero quien ha tenido la sabiduría y la inteligencia de abrirse al amor, al afecto, a la amistad y al respeto, es muy difícil que sufra la amarga soledad del fin del día.

No es bueno tenerle miedo a la soledad.


Anoche tuve la total certeza de que; sólo hay que saber que lo que se pierde se puede recuperar aunque sea en parte, de distintas maneras y con diferentes modos.

No hay peor soledad que la de aferrarse a lo que fue, o a lo que pudo ser.


Entregarse, saber hablar consigo mismo y con sus propios fantasmas con la ilusión de que siempre falta algo que aprender, es proyectarse hacia un futuro lleno de sorpresas.

DESDE UN ANTES Y UN DESPUÉS