DESDE UN ANTES Y UN DESPUES

Nací sin saber por qué. He vivido sin saber cómo. Y muero sin saber cómo ni por qué.
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DESDE UN ANTES Y UN DESPUES
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Para ver un lunar en nuestra cara es necesario mirarnos a un espejo, de otro modo no sabriamos que existe.
Cualquier espejo es una posibilidad de aceptar, de ver más allá de lo obvio, de ver profundamente.

jueves, 24 de noviembre de 2011

HABLANDO MAL DE LOS DEMAS


Hay muchas personas que por costumbre hablan de otras, no precisamente con la intención de hacer un bien o aportar algún conocimiento, por lo general lo hacen por envidia o por competencia; por resentimiento, rabia y con intenciones de destruir.
Por otro lado tenemos a las personas que les gusta oír o se prestan para ello, estas personas generalmente son manipulables, débiles y sus intenciones ocultas son generalmente sentirse valoradas al prestarse a ser confidentes. Son personas inseguras que no tienen una idea clara acerca de ellos mismos y de su valía.
Todos en algún momento hemos estado en uno o ambos lados y los conocemos de alguna manera, pero cuando vamos avanzando en años, vamos tomando consciencia de la inutilidad de este tipo de conductas, y comprendemos que la vida es otra cosa y que cada causa tiene su efecto, para bien y para mal. Que aquello que cargamos con tanta negatividad en nuestros pensamientos y palabras regresará como un boomerang hacia nosotros, porque  lo que lanzamos fuera, un día u otro regresa con la misma intensidad  que fue enviado, convertido en conflictos, disgustos y todo tipo de problemas.
Es muy fácil mirar en los otros lo que no aceptamos de nosotros mismos, pero tenemos que estar conscientes que cuando hablamos mal de los demás, no sólo estamos dañando sus vidas sino que nos estamos dañando a nosotros mismos.
Cuando alguien habla mal del otro, hay 3 personas a quienes se les hace daño. La persona que habla, la persona que oye y de quién se habla. La mejor opción es guardar silencio, no prestar atención o negarse a oír.
Somos responsables de lo que decimos pero también de lo que oímos, el que oye se carga de la misma negatividad y asume las mismas consecuencias.
Al echarles tierra a los demás, lo único que hacemos es ensuciarnos las manos.
Una historia que llegó a mis manos, desconozco su autor pero es muy ilustrativa acerca del tema. El titulo es “El Triple Filtro”, y decía más o menos lo siguiente:
“En la antigua Grecia, Sócrates fue muy famoso por la práctica de su conocimiento. Un día, un  conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo? -
- Espera un minuto – replicó Sócrates. – Antes de decirme cualquier cosa quisiera que pasaras  un pequeño examen. Es llamado el examen del Triple filtro. -
- ¿Triple filtro? -
- Correcto – , continuó Sócrates. – Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena  idea tomarnos un momento y filtrar lo que vas a decir.  Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.
El primer filtro es la Verdad.
¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto? -
- No – dijo el hombre, – realmente solo escuché sobre eso y… -
- Muy bien – dijo Sócrates. – Entonces realmente no sabes si es cierto o no!
Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la Bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a  decirme de mi amigo? -
- No, por el contrario… -
- Entonces -, continuó Sócrates, – tú deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de  que sea cierto. Tú puedes aún pasar el examen, porque queda un filtro: el filtro de la Utilidad.
¿Será útil para mí lo que vas a decirme de mi amigo? -
- No, realmente no. -
- Bien -, concluyó Sócrates, – si lo que deseas decirme no es cierto ni bueno e incluso no es útil,  por qué decírmelo?
Simplemente olvídalo -.
Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre alguno de tus amigos cercanos y queridos. 
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