DESDE UN ANTES Y UN DESPUES

Nací sin saber por qué. He vivido sin saber cómo. Y muero sin saber cómo ni por qué.
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DESDE UN ANTES Y UN DESPUES
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Para ver un lunar en nuestra cara es necesario mirarnos a un espejo, de otro modo no sabriamos que existe.
Cualquier espejo es una posibilidad de aceptar, de ver más allá de lo obvio, de ver profundamente.

jueves, 7 de abril de 2011

SABER PERDONAR / EL PERDON ES COMO EL AMOR, simplemente se da como un regalo, sin condiciones.‏



No podemos pasar nuestra vida guardando resentimientos, cargados de ira, de rabia, con acciones que demuestran nuestros rencores para con quienes nos han originado muchas veces sufrimientos.

Debemos cultivar el perdón, manejarlo adecuadamente de tal forma que nos genere armonía, tranquilidad, que nos permita manejar equilibradamente nuestras emociones de tal forma que no nos afecte en nuestro diario vivir.

Se ha escrito al respecto, que cuando se guardan resentimientos, cuando se perdona pero no se olvida, la relación se envenena y las personas entran en un juego interminable de cobrarse cuentas pendientes, que como resultado hace infelices a todos los involucrados: al que no olvida, porque el simple hecho de estar recordando las cosas negativas le amarga la vida y le impide la felicidad, y al que se le están echando en cara las cuentas pendientes, porque se siente agredido cada vez que le presenten una factura de cobro.

Perdonar es abrir una válvula de escape para permitir la salida del veneno acumulado por el rencor y el resentimiento.

Cuando perdonamos, no estamos ayudando a quien nos ofendió, nos estamos ayudando a nosotros mismos, porque nos estamos deshaciendo de los sentimientos negativos y recuperando el equilibrio y la paz interior.

En toda relación humana se generan problemas y desacuerdos, se producen situaciones que pueden causar molestia y enfado, pero eso no implica que se tengan que quedar cuentas pendientes.

Hay dificultades y malos entendidos, incluso problemas graves de relación, pero si no se perdona, si se guarda rencor, la relación se va a corroer y la infelicidad va a ser la principal consecuencia.

El perdón no es cuestión de razón.

Para poder llegar al perdón, cuando se ha sufrido una ofensa, es conveniente tomar en consideración los siguientes puntos:

Aceptar el dolor: Tratar de aparentar que no me importa, es echarle tierra al asunto, pero debajo de esa tierra queda el resentimiento. Solamente reconociendo y aceptado el dolor se puede trabajar para eliminarlo de raíz.

Evitar la competencia: En ocasiones se toma la actitud de si el otro me hizo, yo le hago... No se trata de eso.

Valorar la ganancia, no la pérdida. Perdonar implica recuperar la paz interior, el equilibrio emocional. Al perdonar, la más beneficiada es la persona que otorga el perdón porque se deshace de los sentimientos negativos.

Buscar soluciones, no al culpable: Lo importante al perdonar es encontrar la manera de restablecer la relación y mejorarla, en vez de identificar quién tiene la culpa de que las cosas no marchen bien.

Evitar poner condiciones: Cuando se ponen condiciones, se corre el riesgo de caer en el chantaje. Te perdono si tú haces esto o aquello. Cuando vea que cambiaste, entonces te perdonaré. Estos planteamientos implican una compensación o una especie de desquite y mantienen vivas las actitudes negativas.

Regalar en vez de cobrar: El perdón es un regalo, no es una factura que más tarde se va a cobrar. Perdonar implica decirle al otro: te perdono, sin pedir nada a cambio. Si se pide algo a cambio, si se cobra, ya no hay perdón, hay transacción. El perdón es como el amor, simplemente se da como un regalo, sin condiciones.

Perdonar no es sólo de un hecho altruista orientado hacia los demás, sino que nos beneficia física y emocionalmente, porque elimina los sentimientos negativos que pueden perjudicarnos.

El perdón es un proceso que nos lleva a la liberación de nuestra ira, coraje, odio, resentimiento y nos lleva a una vida llena de paz. El no perdonar nos puede provocar enfermedades biológicas, psicológicas y sociales, puesto que los enemigos para la salud son miedo, rencor, odio y sentimiento de inferioridad.

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