![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMrYRtcHeZksyqLKJffXIx2GQJF1iJeinAQadUizRfwZFkvs-u4vXHK5o9WB8RZnB4FecYfjErDyQ3YyYk325K0kkG_fNczpUQcy4Igqy2riXxVKq33VC0vHVbSREV8vI1NXkW9EOECbiO/s200/qlindo...jpg)
Qué fácil es hablar de perdón, pero que difícil es darlo.
Algunos han dicho que es un don el saber que estamos equivocados y que podemos ser perdonados.
¿Pero qué pasa con los que se equivocan y nos hacen daño?
Algunas veces deseamos castigar a dicha persona, pero quienes salimos más castigados somos nosotros mismos y para liberarnos es necesario renunciar a esos sentimientos dolorosos que no son nuestros, sino que son de quien nos hizo daño, y hay que dejarlos ir.
Cuando sucede esto, me pregunto: ¿qué hubiera hecho yo, en lugar de la otra persona que me hizo daño, si yo hubiera estado en la misma situación y circunstancias?
Casi siempre concluyo que en ese momento, lo que hizo esa persona fue la mejor opción para él, para ella, aunque no para mí y lo que la otra persona hizo fue sólo protegerse; no fue su intención hacerme daño.
¿Acaso no hice sentir yo alguna vez a otra persona de la misma manera?
¿O he pensado que mis sentimientos valen más que los de la otra persona?
Y de ahí viene la siguiente reflexión:
Me siento herido, pero eso no significa que la otra persona sea mala o en verdad quiera hacerme daño. Simplemente la otra persona no conoce toda mi vida ni mi pasado; igualmente yo no conozco el suyo, y no sabe lo que traigo guardado en mi historia personal.
El perdón no se pide, se da... Y la razón más importante para darlo es que me libero de una gran carga.
¿Qué prefieres? ¿Ser feliz o tener la razón? (DESCONOZCO SU AUTOR)
Que cada cual establezca su opinión.
DESDE UN ANTES Y UN DESPUES